La robótica para transformar comunidades
La historia de Wendy es un testimonio del poder transformador de la educación y las oportunidades para las jóvenes, demostrando cómo pueden innovar al combinar la tradición con la tecnología para generar un cambio positivo en sus vidas y en sus comunidades.
Desde pequeña, Wendy ha crecido entre el aroma del pan recién horneado, una tradición familiar que ha perdurado durante generaciones. «Todos en mi familia somos panaderos. Hacemos todo tipo de pan, como pan francés y bollos dulces», cuenta Wendy.
Mientras su familia ha dedicado su vida a la panadería, Wendy decidió apostar por estudiar Administración de Empresas, con el objetivo de modernizar y hacer crecer el negocio familiar. En su primer año de formación técnica en Contabilidad, comenzó a descubrir cómo sus estudios podían mejorar la gestión y organización de la panadería de su familia.
Una oportunidad inesperada llegó cuando su profesora la seleccionó para participar en un curso de robótica, algo que le abrió nuevas perspectivas. «Que me eligieran para el curso de robótica me hizo sentir valorada», recuerda. Durante los tres meses que duró la formación, Wendy se sumergió en un mundo donde la ciencia y la tecnología se combinan para resolver problemas reales, y despertó en ella la idea de automatizar algunos procesos de la panadería para hacerla más eficiente.
Al principio no fue fácil: tuvo que enfrentarse a sus propias dudas en un ámbito tradicionalmente dominado por chicos. «La mayoría de las veces solo piensan en los chicos porque creen que las chicas no podemos hacerlo, pero sí podemos. Ahora empezamos a estar más incluidas en este tipo de actividades», afirma. Gracias a su esfuerzo y constancia, fue perfeccionando sus habilidades en circuitos, programación y diseño.
El matrimonio infantil se llevó mi futuro, pero no permitiré que haga lo mismo con el de mis hijas
Edwina tenía 16 años cuando su vida cambió drásticamente por el matrimonio infantil. Proveniente de un pequeño pueblo en la región de Rukwa, Tanzania, creció en un hogar donde la comida era escasa y las oportunidades para las niñas y mujeres eran muy limitadas. Dadas estas circunstancias, su familia creía que el matrimonio le ofrecería un futuro más seguro. «Cuando mi madre me dijo que un hombre había ofrecido una dote de una vaca y una pequeña parcela de tierra, pensé que iba a tener una vida mejor», recuerda Edwina. Sin embargo, la realidad fue muy diferente. Su marido, mucho mayor que ella, esperaba que se dedicara exclusivamente a las tareas del hogar y al cuidado de sus hijos e hijas, y se negó a permitirle estudiar o trabajar.
«En ese entonces, nadie nos hablaba sobre el colegio o sobre tener sueños. Crecías, te casabas, y eso era todo», comparte. «Yo era solo una niña en aquel momento, y en mi mente el matrimonio era la única opción disponible. Pensaba que me cuidarían después de casarme, pero la realidad fue muy diferente». Con el tiempo, la relación se volvió violenta y me aisló de mi entorno. «No esperaba los golpes ni la humillación. No veía una salida», admite Edwina. «Antes de darme cuenta, ya era madre de ocho hijos, estaba embarazada del noveno y me quedé completamente sola cuando él se fue hace tres años».
En Tanzania, el 29 % de las niñas se casan o entran en una unión antes de cumplir los 18 años, y el 5 % lo hace antes de los 15 años. El matrimonio infantil está impulsado por la desigualdad de género y la creencia de que las niñas son inferiores a los niños. Esta práctica se ve agravada por la pobreza, las normas sociales perjudiciales y el embarazo adolescente. Ante la escasez de oportunidades para generar ingresos, las niñas a menudo ven el matrimonio como su única opción. Después de que su marido les abandonase, cinco de los hijos de Edwina se fueron a vivir con su abuela, dejando a Edwina sola con sus cuatro hijas más pequeñas. «No tenía nada más que a mis hijas», dice. «Sin dinero, sin plan. Me preguntaban: “¿Qué vamos a comer?” Algunas mañanas no quería ni levantarme; no sabía qué le iba a poder dar a mis hijos de comer».
Para ganar algo de dinero, comenzó a vender verduras al lado de la carretera, pero cubrir las necesidades básicas de sus hijas a menudo implicaba tener que tomar decisiones difíciles. «La mayoría de los días solo podía pagar la comida, no los libros ni los uniformes. Tenía que elegir entre comer o llevar a mis hijos al colegio. La mayoría de las veces, comíamos», explica. «Decirles a mis hijas que no podían ir al colegio no fue fácil». En Tanzania, 3,2 millones de niños, niñas y jóvenes de entre 7 y 17 años no asisten a la escuela, siendo la pobreza el principal obstáculo. Los niños y niñas de los hogares más pobres tienen tres veces más probabilidades de abandonar los estudios debido al coste de las matrículas, los uniformes y la comida. En las zonas rurales, las niñas se ven afectadas de manera desproporcionada, con tasas más altas de deserción a partir de los 12 años debido a la falta de instalaciones adecuadas de agua, saneamiento e higiene (WASH), la menstruación y el matrimonio infantil.
En 2022, Edwina escuchó que se estaba formando una caja de ahorro comunitaria apoyada por Plan International en su aldea. Aunque al principio no estaba segura, decidió unirse. «Tenía miedo de ahorrar porque apenas podía permitirme dos comidas al día, así que no pensé que eso pudiera ayudarme», explica. «En esa primera reunión, me limité a escuchar. No hablé». Hoy, con 40 años, Edwina forma parte de una red de más de 230 cajas de ahorro en toda la región de Rukwa que empoderan a las mujeres brindándoles nuevas habilidades y conocimientos financieros. A través de las formaciones proporcionadas por Plan International y nuestro socio local SIDO, las integrantes del grupo aprenden sobre presupuestos, emprendimiento, crianza de los hijos y prevención de la violencia de género.
Impulsando futuros sostenibles
En Mathare, un barrio de Nairobi, un grupo de mujeres lideradas por Janet Ndete está revolucionando la lucha contra el cambio climático. A través de Queening Africa, estas mujeres recolectan trenzas de cabello sintético de salones de belleza, las limpian y las convierten en productos únicos como bolsos y joyas.
«Recogemos las trenzas usadas, las clasificamos, las lavamos y las transformamos en artículos como alfombras y bolsos. Esto evita que los plásticos no degradables contaminen el medio ambiente», explica Janet..
En Kenia, la industria capilar genera cerca de 40 millones de euros al año. Las trenzas sintéticas son populares por ser económicas y coloridas, pero también son un peligro para el medio ambiente, ya que obstruye desagües y contamina ríos. Gracias a su proyecto, Janet no solo reduce este impacto, sino que ofrece a mujeres jóvenes habilidades y empleo.
El proceso de producción incluye lavar y tejer las trenzas para crear los productos. Los bolsos, los más vendidos, tienen precios entre 500 y 1500 chelines kenianos (entre 3,6 a 11 euros), dependiendo del tamaño. «Vendemos de 7 a 8 bolsos al mes, y queremos crecer para beneficiar a más mujeres», comenta Janet.
Gracias al apoyo de nuestro programa Safe and Inclusive Cities, las integrantes de Queening Africa han recibido mentorías para mejorar la gestión de su negocio y maximizar sus ganancias. Janet es optimista: «Queremos ampliar nuestra producción de productos ecológicos y demostrar que podemos combatir el cambio climático a la vez que generamos ingresos».
En un entorno como Mathare, donde la pobreza afecta al 70 % de la población, iniciativas como esta son muy necesarias. Janet concluye: «Estamos construyendo un futuro más verde y justo para nuestra comunidad».
Rompiendo tabús y desmintiendo mitos sobre la menstruación
Durante mucho tiempo, Theresia, de 15 años, temía ir al instituto durante su periodo. Los susurros y risas de sus compañeros, además de la incomodidad que sentía, la llevaban a quedarse en casa con frecuencia. Sentía miedo de hablar sobre el tema con sus padres y amistades.
Después de asistir a una formación sobre salud menstrual organizada por Plan International en su instituto, Theresia cambió su perspectiva. Aprendió que la menstruación es natural, que es un tema del que se puede hablar abiertamente y que mantener una higiene adecuada es fundamental.
Animada por lo que había aprendido, Theresia decidió acabar con el tabú entorno a la menstruación. Organizó reuniones para otras chicas en su instituto, donde compartió sus experiencias y debatieron sobre la importancia de la higiene y la necesidad de hablar sin estigmas sobre la menstruación.
Más de 150 chicas asistieron a estas sesiones de diálogo abierto. Theresia se enorgullece de compartir su historia y espera inspirar a otras chicas a hablar abiertamente sobre la menstruación.
El laboratorio de Salud Menstrual e Higiene de Plan International, establecido en 2022 como parte del proyecto Mantener a las Adolescentes en la Escuela, proporciona un espacio seguro para debatir sobre la menstruación y otros temas que afectan a las chicas. En estos espacios, se ofrecen compresas reutilizables y herramientas educativas, así como servicios para apoyar a las hijas adolescentes de las familias y miembros de la comunidad.
Juventud en acción: cómo Aires y Catherine están preparando a comunidades ante desastres
En Filipinas, Aires y Catherine, de 19 años, lideran un grupo dedicado a fortalecer comunidades vulnerables ante inundaciones y otros desastres. Ambas han vivido de cerca el impacto devastador de las inundaciones, que ha afectado desde su educación hasta los medios de vida de su familia.
Aires, residente en una comunidad costera en Manila, ha presenciado cómo el cambio climático agrava las inundaciones y afecta la pesca, una fuente esencial de sustento para su familia. Por otro lado, Catherine y su familia sobrevivieron al devastador tifón Ketsana en 2009, lo que la motivó a unirse al proyecto de resiliencia comunitaria.
Junto con Plan International, Aires y Catherine están trabajando para involucrar a la juventud en la preparación ante los desastres. Con actividades de mapeo de riesgos y programas de capacitación, están formando a otros jóvenes para que sean agentes de cambio en sus comunidades.
El compromiso de Plan International se refleja en su enfoque centrado en la juventud, desarrollando habilidades de evaluación de riesgos, comunicación y liderazgo. Además, hemos creado plataformas donde los y las jóvenes pueden influir en las decisiones de planificación de las autoridades, garantizando una voz activa en la construcción de comunidades más seguras y resilientes.
Con el apoyo de Plan International, Aires y Catherine están marcando la diferencia, liderando iniciativas para preparar a sus comunidades contra los desafíos del cambio climático. Su determinación y liderazgo demuestran el poder transformador de la juventud en la construcción de un futuro más seguro y sostenible.
Ruanda: Nuestro futuro es verde
En Ruanda, nuestro proyecto ¡El Futuro es Verde! está enseñando habilidades de agricultura climáticamente inteligente a jóvenes, especialmente a niñas, mujeres y personas con diversidad funcional. Esto les permite emprender para comenzar sus propios negocios, generar ingresos y volverse independientes.
Florida, de 25 años, proviene de una familia de 5 miembros. Tras completar su educación secundaria, tuvo dificultades para encontrar empleo. Sin embargo, su vida cambió cuando supo de una oportunidad que permitía a los y las jóvenes de su comunidad aprender sobre emprendimiento y habilidades para la producción sostenible y ecológica de alimentos.
«Recibí formaciones en agricultura climáticamente inteligente. Como mujer, lo más importante que me han aportado es la capacidad de crear mi propio trabajo y ser independiente», comenta Florida. «Hoy en día, dirijo un negocio de frutas y verduras. Ahorro parte de mis ingresos y el resto lo utilizo en mis necesidades personales, así que no dependo de nadie más que de mí misma».
Desde su inicio, el proyecto ha beneficiado a más de 1000 jóvenes, quienes han participado en capacitaciones en 10 centros de formación profesional y han creado 10 cooperativas agrícolas, en las que alrededor del 60 % de las socias son mujeres. Nos asociamos con organizaciones locales para ofrecer y mejorar la capacitación en agricultura orientada al mercado y al emprendimiento, con un enfoque inclusivo y adaptado a la juventud.
La iniciativa tiene como objetivo la creación de empleo para la juventud mediante el desarrollo empresarial, servicios financieros inclusivos y acceso al mercado. También apoya la participación comunitaria de los jóvenes en la creación de empleo con equidad de género y soluciones climáticamente inteligentes en la agricultura.
Juventud refugiada: Construyendo un futuro mejor en espacios seguros
En los campamentos de refugiados en Ruanda, los y las jóvenes están labrando un futuro lleno de esperanza y oportunidades gracias a tu apoyo. Agnes, una de las participantes, ahora gestiona un pequeño negocio de frutas y verduras que le permite sustentar a su familia. «La ayuda no solo ha reavivado mi esperanza, sino que también me ha permitido cubrir las necesidades de mi hijo».
«Gracias a la subvención, emprendí un pequeño negocio que gestiono y que me permite comprar leche para mi hijo. Ahora tengo una manera de ganarme la vida», cuenta Agnes.
Además, nuestros espacios seguros, diseñados para adolescentes de entre 12 y 17 años, se han convertido en lugares fundamentales para las chicas. Rosette, una tutora de este espacio, explica: «Aquí las chicas pueden acceder a servicios básicos, reportar violencia y abusos, y hablar con mentoras y compañeras». Estos espacios ofrecen formación en salud sexual y reproductiva, temas financieros y prevención de la violencia.
Promesse, de 15 años, ha encontrado en estos espacios una nueva perspectiva. «Después de participar en la formación en habilidades financieras, decidimos formar nuestro propio grupo de ahorro. Lo llamamos “El Espejo”», cuenta. Ella y sus amigas ahora están aprendiendo a gestionar sus finanzas y establecer metas para el futuro.
Los proyectos como Campeones y Campeonas del Cambio también involucran a los jóvenes hombres en la promoción de la igualdad de género y la prevención de la violencia. Patrick, uno de los participantes, reflexiona: «He aprendido que debemos apoyar a nuestras hermanas y entender que todos podemos trabajar en cualquier área». Este proyecto ha llegado a más de 20 000 personas en los campamentos de refugiados, demostrando que, con el apoyo adecuado, los y las jóvenes pueden superar las adversidades y construir un futuro mejor.
Togo: cómo un pozo de agua trajo dignidad y futuro a mujeres refugiadas

Al atardecer, en un día cualquiera en Burkina Faso, la vida de Damata cambió para siempre. Esta madre de seis hijos, de 43 años, acababa de regresar del campo cuando vio algo estremecedor: un centenar de hombres armados cerca de su casa. «Nos saludaron y luego nos ordenaron abandonar el pueblo en un plazo de tres días», recuerda Damata con voz firme pero cargada de memoria. Así comenzó una huida desesperada que pondría a prueba su resistencia y la llevaría, inesperadamente, hasta una nueva oportunidad en Togo.
Cuando el grupo armado regresó, asesinó a dos personas para obligar a los demás a marcharse. Sin tiempo para llorar, Damata recogió a sus hijos y se unió a otras dos familias para emprender un duro camino. Perdieron todo cuando los hombres armados volvieron a atacar, quemando sus pertenencias y sus carros. Con lo poco que quedaba, llegaron a Togo. «Allí fue muy difícil encontrar refugio», cuenta Damata. Compartían espacio con muchas otras familias desplazadas, en una región ya afectada por una grave crisis de seguridad. En Burkina Faso, Damata vendía comida y tenía agua limpia en su patio. En Togo, dependían de pozos inseguros. «Había que esperar hasta la noche para llenar un par de recipientes», explica.
La esperanza llegó de la mano del proyecto Nataan Man de Plan International, que instaló un pozo en su comunidad. “Nos llenamos de alegría; hasta mi suegra bailó ese día”, dice con una leve sonrisa.
Desde entonces, la vida cambió. Ya no tienen que caminar ni esperar largas horas. «Ahora tenemos agua cerca y siempre disponible». Para Damata, el impacto va más allá de la comodidad: “Cuando una mujer está menstruando, puede lavarse a lo largo del día y cuidar su higiene sin esperar a la noche”. Sus hijas también recibieron kits de higiene menstrual, que han sido clave para su bienestar.
El proyecto, lanzado en junio de 2024 en las prefecturas de Tône y Kpendjal, busca responder a la emergencia provocada por los desplazamientos en la región de Savanes. Además de agua, se han creado espacios seguros para la infancia, talleres de capacitación y formación para fortalecer la convivencia entre familias desplazadas y comunidades anfitrionas.
Gracias a estos talleres, Damata ha podido integrarse y establecer vínculos con la familia togolesa que la acoge. «Deseo que se encuentre una solución a esta crisis para que nadie más tenga que pasar por lo que nosotros estamos viviendo». Hoy, dos años después de tener que dejar su hogar, Damata representa la fuerza silenciosa de miles de mujeres. El pozo que ahora les da agua es también símbolo de dignidad, resiliencia y futuro.