Un aula de oportunidades: la historia de Diana y el poder de la educación
«Como soy niña, cuando estaba en clase, tenía muchas inseguridades. Tenía miedo de hablar y de levantar la mano para preguntar o responder», recuerda Diana, de 14 años.
Lamentablemente, el miedo de Diana era común entre las niñas de su escuela, que está ubicada en la región de Geita, al noroeste de Tanzania. La mayoría de las niñas se sentían excluidas, ignoradas por los profesores y por los chicos, algo que en la participación y el rendimiento académico de las niñas.
«Tenía ideas, pero los profesores me parecían muy sabios, y como los chicos eran considerados más inteligentes, me asustaba», explica Diana. El miedo a equivocarse y a que la humillaran la paralizaba. Aunque era una alumna brillante y trabajadora, su experiencia estaba marcada por el miedo a los profesores.
Hace dos años, Plan International empezó a implementar un programa de formación en su escuela, con el objetivo de transformar el ambiente educativo y promover la igualdad y la interacción positiva entre profesores y alumnos. El impacto fue inmediato. Los profesores comenzaron a ser más accesibles, y el aula se convirtió en un espacio de respeto mutuo, donde la voz de cada estudiante era valorada.
«Antes no prestaba atención a todo el alumnado, no sabía que algunos tenían miedo de nosotros», comenta el director, el Sr. Fredrick. Gracias al programa, la participación estudiantil ha mejorado notablemente y ahora todos los estudiantes se sienten respetados, independientemente de su género.
Para Diana, el cambio fue transformador. Perdió el miedo y empezó a sobresalir académicamente. «Ahora me siento valorada y animada a hablar», dice. «Antes era la número 18 en los exámenes, ahora soy la primera de la clase, y estoy orgullosa».
Educación comunitaria: clave para acabar con el matrimonio infantil en Bangladés
En Bangladés, uno de los 10 países con mayor tasa de niñas casadas (más de 13 millones de niñas se casaron antes de los 15 años), la educación es fundamental para prevenir el matrimonio infantil. Nuestro programa «Levantando niñas y mujeres sanas, empoderadas y protegidas» trabaja para que las niñas accedan a servicios de salud y adquieran los conocimientos necesarios sobre derechos.
Useaking, de 21 años, es un ejemplo del impacto de esta iniciativa. A los 15 años, abandonó la escuela y se casó, pensando que el matrimonio le daría la libertad que ansiaba. Sin embargo, se enfrentó a un embarazo prematuro, la falta de acceso a servicios sanitarios y una vida llena de limitaciones. Como muchas niñas en Bangladés, Useaking no sabía qué opciones tenía.
Todo cambió cuando se unió a un grupo de apoyo comunitario para mujeres jóvenes. A través de nuestro proyecto, ha aprendido sobre salud sexual y reproductiva, derechos, y planificación familiar. Ahora, Useaking es mentora y activista, trabajando para prevenir el matrimonio infantil y forzado en su comunidad. Ella inspira a otras jóvenes a tomar decisiones informadas y luchar por sus derechos.
El proyecto, que cuenta con el apoyo de Asuntos Exteriores de Canadá, ya ha llegado a más de 97 000 adolescentes y seguirá transformando vidas. Gracias a la educación y al acceso a información, niñas como la hija de Useaking podrán aspirar a un futuro lleno de oportunidades y libre de matrimonios forzados.
Impulsando futuros sostenibles
En Mathare, un barrio de Nairobi, un grupo de mujeres lideradas por Janet Ndete está revolucionando la lucha contra el cambio climático. A través de Queening Africa, estas mujeres recolectan trenzas de cabello sintético de salones de belleza, las limpian y las convierten en productos únicos como bolsos y joyas.
«Recogemos las trenzas usadas, las clasificamos, las lavamos y las transformamos en artículos como alfombras y bolsos. Esto evita que los plásticos no degradables contaminen el medio ambiente», explica Janet..
En Kenia, la industria capilar genera cerca de 40 millones de euros al año. Las trenzas sintéticas son populares por ser económicas y coloridas, pero también son un peligro para el medio ambiente, ya que obstruye desagües y contamina ríos. Gracias a su proyecto, Janet no solo reduce este impacto, sino que ofrece a mujeres jóvenes habilidades y empleo.
El proceso de producción incluye lavar y tejer las trenzas para crear los productos. Los bolsos, los más vendidos, tienen precios entre 500 y 1500 chelines kenianos (entre 3,6 a 11 euros), dependiendo del tamaño. «Vendemos de 7 a 8 bolsos al mes, y queremos crecer para beneficiar a más mujeres», comenta Janet.
Gracias al apoyo de nuestro programa Safe and Inclusive Cities, las integrantes de Queening Africa han recibido mentorías para mejorar la gestión de su negocio y maximizar sus ganancias. Janet es optimista: «Queremos ampliar nuestra producción de productos ecológicos y demostrar que podemos combatir el cambio climático a la vez que generamos ingresos».
En un entorno como Mathare, donde la pobreza afecta al 70 % de la población, iniciativas como esta son muy necesarias. Janet concluye: «Estamos construyendo un futuro más verde y justo para nuestra comunidad».
Rompiendo tabús y desmintiendo mitos sobre la menstruación
Durante mucho tiempo, Theresia, de 15 años, temía ir al instituto durante su periodo. Los susurros y risas de sus compañeros, además de la incomodidad que sentía, la llevaban a quedarse en casa con frecuencia. Sentía miedo de hablar sobre el tema con sus padres y amistades.
Después de asistir a una formación sobre salud menstrual organizada por Plan International en su instituto, Theresia cambió su perspectiva. Aprendió que la menstruación es natural, que es un tema del que se puede hablar abiertamente y que mantener una higiene adecuada es fundamental.
Animada por lo que había aprendido, Theresia decidió acabar con el tabú entorno a la menstruación. Organizó reuniones para otras chicas en su instituto, donde compartió sus experiencias y debatieron sobre la importancia de la higiene y la necesidad de hablar sin estigmas sobre la menstruación.
Más de 150 chicas asistieron a estas sesiones de diálogo abierto. Theresia se enorgullece de compartir su historia y espera inspirar a otras chicas a hablar abiertamente sobre la menstruación.
El laboratorio de Salud Menstrual e Higiene de Plan International, establecido en 2022 como parte del proyecto Mantener a las Adolescentes en la Escuela, proporciona un espacio seguro para debatir sobre la menstruación y otros temas que afectan a las chicas. En estos espacios, se ofrecen compresas reutilizables y herramientas educativas, así como servicios para apoyar a las hijas adolescentes de las familias y miembros de la comunidad.
Juventud en acción: cómo Aires y Catherine están preparando a comunidades ante desastres
En Filipinas, Aires y Catherine, de 19 años, lideran un grupo dedicado a fortalecer comunidades vulnerables ante inundaciones y otros desastres. Ambas han vivido de cerca el impacto devastador de las inundaciones, que ha afectado desde su educación hasta los medios de vida de su familia.
Aires, residente en una comunidad costera en Manila, ha presenciado cómo el cambio climático agrava las inundaciones y afecta la pesca, una fuente esencial de sustento para su familia. Por otro lado, Catherine y su familia sobrevivieron al devastador tifón Ketsana en 2009, lo que la motivó a unirse al proyecto de resiliencia comunitaria.
Junto con Plan International, Aires y Catherine están trabajando para involucrar a la juventud en la preparación ante los desastres. Con actividades de mapeo de riesgos y programas de capacitación, están formando a otros jóvenes para que sean agentes de cambio en sus comunidades.
El compromiso de Plan International se refleja en su enfoque centrado en la juventud, desarrollando habilidades de evaluación de riesgos, comunicación y liderazgo. Además, hemos creado plataformas donde los y las jóvenes pueden influir en las decisiones de planificación de las autoridades, garantizando una voz activa en la construcción de comunidades más seguras y resilientes.
Con el apoyo de Plan International, Aires y Catherine están marcando la diferencia, liderando iniciativas para preparar a sus comunidades contra los desafíos del cambio climático. Su determinación y liderazgo demuestran el poder transformador de la juventud en la construcción de un futuro más seguro y sostenible.
Ruanda: Nuestro futuro es verde
En Ruanda, nuestro proyecto ¡El Futuro es Verde! está enseñando habilidades de agricultura climáticamente inteligente a jóvenes, especialmente a niñas, mujeres y personas con diversidad funcional. Esto les permite emprender para comenzar sus propios negocios, generar ingresos y volverse independientes.
Florida, de 25 años, proviene de una familia de 5 miembros. Tras completar su educación secundaria, tuvo dificultades para encontrar empleo. Sin embargo, su vida cambió cuando supo de una oportunidad que permitía a los y las jóvenes de su comunidad aprender sobre emprendimiento y habilidades para la producción sostenible y ecológica de alimentos.
«Recibí formaciones en agricultura climáticamente inteligente. Como mujer, lo más importante que me han aportado es la capacidad de crear mi propio trabajo y ser independiente», comenta Florida. «Hoy en día, dirijo un negocio de frutas y verduras. Ahorro parte de mis ingresos y el resto lo utilizo en mis necesidades personales, así que no dependo de nadie más que de mí misma».
Desde su inicio, el proyecto ha beneficiado a más de 1000 jóvenes, quienes han participado en capacitaciones en 10 centros de formación profesional y han creado 10 cooperativas agrícolas, en las que alrededor del 60 % de las socias son mujeres. Nos asociamos con organizaciones locales para ofrecer y mejorar la capacitación en agricultura orientada al mercado y al emprendimiento, con un enfoque inclusivo y adaptado a la juventud.
La iniciativa tiene como objetivo la creación de empleo para la juventud mediante el desarrollo empresarial, servicios financieros inclusivos y acceso al mercado. También apoya la participación comunitaria de los jóvenes en la creación de empleo con equidad de género y soluciones climáticamente inteligentes en la agricultura.
Juventud refugiada: Construyendo un futuro mejor en espacios seguros
En los campamentos de refugiados en Ruanda, los y las jóvenes están labrando un futuro lleno de esperanza y oportunidades gracias a tu apoyo. Agnes, una de las participantes, ahora gestiona un pequeño negocio de frutas y verduras que le permite sustentar a su familia. «La ayuda no solo ha reavivado mi esperanza, sino que también me ha permitido cubrir las necesidades de mi hijo».
«Gracias a la subvención, emprendí un pequeño negocio que gestiono y que me permite comprar leche para mi hijo. Ahora tengo una manera de ganarme la vida», cuenta Agnes.
Además, nuestros espacios seguros, diseñados para adolescentes de entre 12 y 17 años, se han convertido en lugares fundamentales para las chicas. Rosette, una tutora de este espacio, explica: «Aquí las chicas pueden acceder a servicios básicos, reportar violencia y abusos, y hablar con mentoras y compañeras». Estos espacios ofrecen formación en salud sexual y reproductiva, temas financieros y prevención de la violencia.
Promesse, de 15 años, ha encontrado en estos espacios una nueva perspectiva. «Después de participar en la formación en habilidades financieras, decidimos formar nuestro propio grupo de ahorro. Lo llamamos “El Espejo”», cuenta. Ella y sus amigas ahora están aprendiendo a gestionar sus finanzas y establecer metas para el futuro.
Los proyectos como Campeones y Campeonas del Cambio también involucran a los jóvenes hombres en la promoción de la igualdad de género y la prevención de la violencia. Patrick, uno de los participantes, reflexiona: «He aprendido que debemos apoyar a nuestras hermanas y entender que todos podemos trabajar en cualquier área». Este proyecto ha llegado a más de 20 000 personas en los campamentos de refugiados, demostrando que, con el apoyo adecuado, los y las jóvenes pueden superar las adversidades y construir un futuro mejor.
Togo: cómo un pozo de agua trajo dignidad y futuro a mujeres refugiadas

Al atardecer, en un día cualquiera en Burkina Faso, la vida de Damata cambió para siempre. Esta madre de seis hijos, de 43 años, acababa de regresar del campo cuando vio algo estremecedor: un centenar de hombres armados cerca de su casa. «Nos saludaron y luego nos ordenaron abandonar el pueblo en un plazo de tres días», recuerda Damata con voz firme pero cargada de memoria. Así comenzó una huida desesperada que pondría a prueba su resistencia y la llevaría, inesperadamente, hasta una nueva oportunidad en Togo.
Cuando el grupo armado regresó, asesinó a dos personas para obligar a los demás a marcharse. Sin tiempo para llorar, Damata recogió a sus hijos y se unió a otras dos familias para emprender un duro camino. Perdieron todo cuando los hombres armados volvieron a atacar, quemando sus pertenencias y sus carros. Con lo poco que quedaba, llegaron a Togo. «Allí fue muy difícil encontrar refugio», cuenta Damata. Compartían espacio con muchas otras familias desplazadas, en una región ya afectada por una grave crisis de seguridad. En Burkina Faso, Damata vendía comida y tenía agua limpia en su patio. En Togo, dependían de pozos inseguros. «Había que esperar hasta la noche para llenar un par de recipientes», explica.
La esperanza llegó de la mano del proyecto Nataan Man de Plan International, que instaló un pozo en su comunidad. “Nos llenamos de alegría; hasta mi suegra bailó ese día”, dice con una leve sonrisa.
Desde entonces, la vida cambió. Ya no tienen que caminar ni esperar largas horas. «Ahora tenemos agua cerca y siempre disponible». Para Damata, el impacto va más allá de la comodidad: “Cuando una mujer está menstruando, puede lavarse a lo largo del día y cuidar su higiene sin esperar a la noche”. Sus hijas también recibieron kits de higiene menstrual, que han sido clave para su bienestar.
El proyecto, lanzado en junio de 2024 en las prefecturas de Tône y Kpendjal, busca responder a la emergencia provocada por los desplazamientos en la región de Savanes. Además de agua, se han creado espacios seguros para la infancia, talleres de capacitación y formación para fortalecer la convivencia entre familias desplazadas y comunidades anfitrionas.
Gracias a estos talleres, Damata ha podido integrarse y establecer vínculos con la familia togolesa que la acoge. «Deseo que se encuentre una solución a esta crisis para que nadie más tenga que pasar por lo que nosotros estamos viviendo». Hoy, dos años después de tener que dejar su hogar, Damata representa la fuerza silenciosa de miles de mujeres. El pozo que ahora les da agua es también símbolo de dignidad, resiliencia y futuro.